domingo, 18 de marzo de 2007

DE VERDAD QUE NO LO SÉ

No lo sé. De verdad que no lo sé. No sé dónde estoy cuando no te escucho, cuando mi mirada te atraviesa el cuerpo y se clava en la pared de enfrente, cuando contesto con monosílabos a tus largas y estudiadas excusas. No lo sé. No sé dónde me meto cuando intentas encontrarme. No, no estoy escondido. Ni siquiera desaparecido. Sólo estoy ausente.

Puede que te esté evitando, no lo sé. A pesar de que te busque siempre en cada centímetro de mi piel. Puede que no quiera quedarme contigo porque el vacío se llama igual que tú. ¿Lo has pensado? A veces, cuando te llamo, me responde él. Y después, unos segundos después, escucho tu voz. Como un eco del vacío…
No lo sé. No tengo ni idea de dónde empiezas tú y termino yo. Aunque aún estemos los dos a medio camino. En la mitad de tus silencios y al borde de mis pesadillas. No sé cuándo estoy despierto, si cuando me acaricias o cuando me arañas. De verdad que no lo sé. Y, a veces, tampoco quiero saberlo.

Quizás quiera borrarte de mis labios, que no quede de ti ni el suspiro que a veces se me escapa con tu nombre. A pesar de que me sirve de caricia cuando la soledad ocupa tu lugar. Puede que no quiera tenerte cerca de mí porque tu cuerpo me recuerda lo lejos que siempre estás. ¿No te has dado cuenta? Siempre estoy buscándote cuando estás conmigo. Buceando en el fondo de tus ojos, leyendo tus manos, siguiendo las pistas sobre tu piel, escribiendo dudas en tus labios.

No lo sé, de verdad que ya no sé quién soy. Quién eres. Cuándo llegaste. Dónde te encontré. Cómo eras. Cuántos fuimos. Quién tropezó primero. Cuándo olvidamos. Cómo vuelves. Dónde estoy…
Se me acabaron las respuestas ante tu ausencia de preguntas. Quizás el amor era otra cosa y lo nuestro nadie sabe cómo se llama. Ni siquiera yo lo sé. De verdad que no lo sé.

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