domingo, 18 de marzo de 2007

Ir contra corriente

Un día de clase en primaria debíamos escribir sobre el animal que nos pareciese más interesante. Yo escribí sobre el ser humano y mi profesora pretendía que repitiera la redacción por no haber seguido el enunciado. Cuando busque complicidad entre mis compañeros solo encontré risas incontroladas sobre esta barbarie.

El ser humano es una animal. Mis compañeros sostenían que ni mucho menos era un animal como el perro, el águila o el mono. Según ellos no se puede clasificar como el resto de animales, consideraban que era especial. Por otro lado no hay nada tan poco original como no ver más allá de uno mismo y de su especie. Para cualquier perro no existe nada más allá que sus compañeros caninos y su dueño, así como para una persona la humanidad y dios o cualquier otra figura paterna (sociedad, ley, religión…).La sociedad no acepta su animalidad, intentamos ser animales sofisticados, intentamos ser maquinas.

Pretendemos desconectarnos de la naturaleza, matar nuestros instintos. Aceptamos como natural nuestro aire contaminado y caminar con zapatos sobre el asfalto. Estos actos nos provocamos dolor físico y psíquico. Un ejemplo de todo esto es la iglesia o los curas y su castidad. Nada tan sucio y tan autodestructivo como ir en contra de tus instintos. Todos conocemos los escándalos entre la iglesia y las vejaciones sexuales. Ir a contra corriente termina provocando una explosión tarde o temprano y es que todo rió desviado de su cauce termina provocando inundaciones.

Presumimos de nuestras mentes de metal, de nuestra sociedad racional y fría. Llegue a escuchar que era una lastima que tuviéramos cuerpo, ya que era lo que nos hacia mezquinos y imperfectos. Creamos a través de prejuicios, costumbres y tradiciones que intentan diferenciarnos de los animales, problemas cotidianos con los actos sexuales de otras personas, disfrutar incompletamente de las nuestras, sentirnos presionados a no ser felices por el que dirán o por si algo esta bien visto o mal visto. Tenemos miedo a que se nos clasifiquen de comportamiento animal. Puede que ser infelices por el que dirán si nos diferencie del resto de la naturaleza, podemos aprender a convivir con nuestras inclinaciones y conectarnos nuevamente con nuestra parte animal.

Deberíamos hacer en cada momento lo que nos hace felices, lo que nos apetece. Así seriamos justos con todo el mundo, sino lo hacemos lejos de ser buenos y sinceros, estaremos engañando a la sociedad, a nuestros seres queridos y lo más importante, nos engañamos a nosotros mismos. No podemos intentar ser justos con otros si no lo somos con nosotros mismos porque fracasaremos una y otra vez, aremos infeliz a quien nos rodee sino somos felices.

Seriamos mucho más felices si aceptamos que se quiera o no, el ser humano con sus necesidades y sus instintos lejos de ser especial no es nada más que otro animal...

Juan Manuel Rey Campillo

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